Dicotomía y decadencia para retratar de forma magistral un carrusel de intereses cruzados en Baltimore, Maryland. Una lucha de gigantes en las calles de la ciudad sin Ley donde el trapicheo en las esquinas, el contrabando en los muelles de carga, el drama en las escuelas, el poder político y el periodístico son repasados desde cerca pero sin entrar en el abuso de los recursos que más suelen vender, sexo explícito y violencia.
Los personajes, muy bien trabajados, parecen un muestrario de defectos y decepciones permanentes. A todos ellos la trama les abandona a su suerte y les deja permamentemente acompañados por la muerte en un formidable derroche de humanidad donde parecen estar programados para hacer lo que hacen sea cual sea su lado oscuro de la ciudad, formando así, un ecosistema perfecto donde los unos se nutren de los otros. The Wire deja personajes memorables dignos de las mejores novelas negras. Stringer Bell, Omar Little y Jimmy McNulty puedo decir que ocupan mis preferencias.
HBO emplea sesenta capítulos distribuidos en cinco temporadas para narrar una historia triste y bella como el Perfect Day de Lou Reed cantado al borde de una barra de bar irlandés en la que Jimmy McNulty apura su último trago.
Adictiva a partir del tercer capítulo y muy, muy, muy recomendable.